domingo, 24 de abril de 2011

El Día Que Dios Se Disfrazó De Jugador De Baloncesto

Ya que estamos en tiempos de playoffs vamos a recordar uno de los momentos de oro que precisamente estos días cumple 25 años. Se trata de una de las actuaciones deportivas mas increíbles de la historia que además dio pie a una de las frases mas célebres del mundo del deporte.

Michael Jordan comenzaba en 1986 su segunda temporada con los Chicago Bulls. A los pocos días de competición tuvo una grave lesión (rotura del pie izquierdo) que le hizo perderse mas de 60 partidos aquel año. Aún así los Bulls lograron clasificarse para los playoffs en octava posición, gracias a un record de 30-52... lo que significaba enfrentarse a los temidos Boston Celtics que ese año lograron 67 victorias y tan solo 15 derrotas. En su campo, el Boston Garden, el record era terrorífico; 40-1.

El primer partido se saldó con una cómoda victoria de los Celtics de Bird, McHale, Parish, Johnson, Walton, Angie,... por 19 puntos de ventaja. Jordan luchó ante ese equipo y llegó hasta los 49 puntos, dejando a un Dennis Johnson (experto defensor) con un pique importante.

Tres días mas tarde ambos equipos se volvían a ver las caras nuevamente en un Boston Garden lleno hasta la bandera y esa noche 14.890 personas presenciaron la actuación que hasta estos días aún no ha sido superada por ningún otro jugador.

Jordan lograba 63 puntos ante el mejor y mas poderoso equipo de la liga. Durante el partido la defensa de los Celtics lo intentó todo; defensa presionante, dobles y triples marcajes, defensa en caja y hasta una defensa en semi zona (ya que la defensa en zona estaba prohibida en la NBA). La impotencia es palpable cuando ves vídeos de aquel día; un McHale con cara de incredulidad, un Larry Bird mirando al marcador o un enorme Robert Parish intentando taponar la entrada de un jugador que esa noche estaba como poseído... o como diría el propio Bird: "Esta noche Dios se ha disfrazado de jugador de baloncesto".

Finalmente y pese a la actuación de Michael Jordan, los Boston Celtics ganarían el partido tras 2 prórrogas, la serie por 3 a 0 y la final ante los Houston Rockets y sus torres gemelas. Ganarles ese año era labor imposible; incluso para el mejor jugador ofensivo del momento.

No sé que pensaría la gente en aquel momento, pero estoy seguro de que nadie creería que aquel joven de bambas de colores nacido en Brooklyn acabaría mejorando su juego hasta llegar a convertirse en el mejor jugador de todos los tiempos y acabar su carrera con tantos records individuales y colectivos que aún hoy en día deja a sus perseguidores muy lejos de sus hazañas en las pistas.


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