Pues aquí está la prometida segunda parte; la crítica del concierto de ayer miércoles 17 de julio en el Palau Sant Jordi de Barcelona, a penas unas horas después y con el recuerdo todavía fresco de una gran noche.
Llegamos al Palau a las 7 de la tarde. Poco después comenzaban a abrir las verjas que dan entrada a la explanada frente al pabellón donde te miraban la bolsa o bolso y comprobaban que no entrabas con tu barata botella de agua. También te hacían un pequeño cacheo.
La siguiente barrera era ya para mostrar tu entrada, la lectura del código y pasabas al interior. Nada más entrar te daban una pequeña pulsera con una pieza de plástico que más tarde tendría su protagonismo.
Las tiendas de merchandising donde te cobraban 40 euros por una camiseta, 30 por una gorra, 20 por un abanico y 13 por una especie de programa diseñado por la revista "Hola", entre otros artículos. No compramos nada.
Antes de bajar a nuestros asientos pasamos por los servicios, aunque aún quedara prácticamente 2 horas para el inicio del show. Una vez en nuestro sitio, la mitad fueron a comprar al bar: 17,90 por 1 bocata de tortilla, una caja de palomitas y 3 botellas de agua (naturales). El negocio siempre...
Y mientras devorábamos esos manjares escuchábamos grandes temas de música negra de finales de los 70 que tenían de sonido ambiente. También observábamos el lento fluir del público de Barcelona, que como siempre acudió con mucha calma...
Esa misma mañana había entrado por última vez en la página de Ticketmaster para comprobar si se habían vendido más entradas y aún quedaban bastantes... pero finalmente fue un lleno prácticamente al 100%.
Pasaban unos pocos minutos de las 21:30 cuando, después de unas evocadoras imágenes de la salida del sol en las pantallas, las luces se apagaron y el público rugió por primera vez. La banda se fue colocando en su posición y comenzaron a sonar los primeros acordes; el sonido era claro y bastante bien de volumen.
Tras varios compases emerge en lo alto del escenario, que tenía forma de escalera, Luis Miguel, vestido de traje negro, un poco despeinado y sonriente. Gestos de complicidad con el auditorio y arranca con "Será que no me amas" con un Luis Miguel paseándose de lado a lado del escenario. Ya desde la primera canción quedó claro que iba a "guardarse voz" y que los agudos los íbamos a cantar nosotros en plan coristas.
Las primeras 7 canciones eran incontestables; "Será que no me amas", "Amor, amor, amor", "Suave", "Culpable o no", "Te necesito", "Hasta que me olvides" y "Dame". Algunas les cambió tanto la melodía y adaptó el tono que no voy a decir que las dejó irreconocibles pero lejos quedaba aquella sensación del "Tour 33" donde más bien parecía que estabas escuchando la reproducción de un CD por lo "clavado" de sus interpretaciones.
Está clarísimo que esta gira es muy (demasiado) larga y que tampoco es plan de dejarse la voz en ella y que posiblemente hasta en un portenso vocal como es él también se note el paso del tiempo. No digo que cantara mal, para nada, pero en algunos temas su voz parecía estar al borde de sonar fuera de tono con respecto a la música.
Hasta este momento el público había permanecido de pie en todo momento, coreando los temas y agitando sus brazos con esa pulserita antes mencionada que se encendía y emitía luces parpadeantes de colores. El escenario era bastante sencillo; en forma de escalones ascendentes. En el primer peldaño, más cercano al público se situaba Luis Miguel. En el siguiente estaban los 2 teclistas, el guitarrista y el bajista. En el tercero estaba el batería y las 3 chicas del coro y en el último se colocarían cuando hicieron su aparición una sección de cuerda de 12 miembros y también estaba el percusionista. Por lo que tenemos a Luis Miguel con 6 músicos y 3 coristas con el añadido de 12 más en las cuerdas. Más tarde aún estarían sobre el escenario 14 músicos más. En total 36 personas... y eso hay que aplaudirlo y pagarlo, por supuesto.
El siguiente set de canciones estaba dedicado a sus discos de boleros; "Por debajo de la mesa" y "No se tú" encendieron todavía más al público y el siguiente "popurrí" compuesto por "Como yo te amé", "Solamente una vez", "Somos novios", "Todo y nada" y "Nosotros" se me hizo un tanto raro. Por un lado me encantan "Somos novios" y "Solamente una vez" pero las otras tuvieron un efecto de bajón al ser cantadas de la manera en como lo hizo. Quizás deshizo demasiado la melodía. Iba a su bola y hacía algún grave -muy grave- que no venía a cuento.
El tercer acto comenzó con los duetos virtuales con Michael Jackson y Frank Sinatra. Yo sabía que el momento "Sonríe" me iba a llegar y me afectaría. Ahí estaba yo escuchando a "El Sol" cantar junto a "Mi Universo". La voz de Michael sonó por todo lo alto nuevamente. No me importa si no fuera la canción mejor recibida por el populacho. Tras ese íntimo momento llegó el "swing" junto a Sinatra. Luis Miguel es el mejor en lo suyo y sobre todo cantando en castellano. Cuando lo ha hecho en inglés no brilla tanto y esta es una de los muestras, por importante que fuera el hecho de grabar junto a "La Voz". Este set quizás no fuera el mejor ni el más aplaudido pero entiendo que él quiera hacer este homenaje a ambos Dioses.
Acto seguido llegó el momento "remember" con los temas de sus primeros discos, de cuando era un jovencito nada confuso que tenía claro donde quería llegar y que estaba pasando de chaval a hombre; 2 nuevos medleys con "Un hombre busca una mujer", "Cuestión de piel", "Oro de ley" y "Fría como el viento", "Tengo todo excepto a ti", "Entrégate". Esto volvió a reenganchar al gentío al show. Algunos son temas algo petardos pero se nota que Luis Miguel está contento cantándolas y que si lo hace es porque quiere y disfruta, ya que con el catálogo que tiene a sus espaldas podría haber escogido decenas de temas a cantar.
Está claro que cada uno de los 18.000 que estábamos ayer hubiéramos cambiado el "setlist" del concierto pero a fin de cuentas el show comprende todas las épocas y hay un poco de todo para todos...
... y eso es precisamente lo que vino a continuación; sobre escena aparecen 14 mariachis que toman todo el protagonismo ya que Luis Miguel aprovecha para ausentarse por unos minutos para cambiar de vestuario. De ninguna otra manera nada ni nadie podría haberle quitado la atención. Ni siquiera ese "dron" juguetón que iba dando vueltas ofreciendo unas tomas espectaculares en las grandes pantallas de video. Hubo incluso un momento en el que pasó entre las piernas de Micky!
Lo dicho; un poco para todos los gustos y era el momento de las rancheras, que a mi no me gustan aunque aprecié el hecho de tener a esa más de 30 personas tocando al unísono en escena. "La fiesta del mariachi", "La bikina" (que volvió loco al público) y "La media vuelta" conformaron este número feliz y colorido.
Estamos llegando a la parte final del concierto. Luis Miguel había vuelto a escena vestido menos elegante y serio (cambió el traje por un pantalón negro de sport y camisa negra con algún botón abierto) y eso indicaba que era momento de más fiesta, de más relax y quizás también de temas menos serios y más pachangueros.
Un nuevo medley, esta vez con "No me puedes dejar así" (me encanta este tema y es de su primer álbum), "Palabra de honor" y como no; "La incondicional", que antiguamente era uno de los momentos álgidos de sus shows (recordemos "El Concierto" de 1994) y ahora pasa por ella casi de lado, sin hacer ninguna floritura.
Y la pachanga antes nombrada vino aquí con "Te propongo esta noche", uno de sus temas más olvidables de "33"... ¿era de ese disco? Mmm... A estas alturas a la fiesta se han unido unas grandes pelotas (y no me refiero a las suyas) si no a unas enormes pelotas hinchables que están dando vueltas entre el público que las golpea y las mueve de lado a lado. Esto me hubiera costado de creer en épocas pasadas, supongo que lo mismo con lo de las pulseritas, pero son añadidos que alguien le habrá sugerido para parecer más actual, más cercano al tipo de público que hoy en día acude a los conciertos y en lo que estos se han convertido. Por no hablar de las decenas de selfies que la gente se hacía de espaldas al meollo...
Llegamos a la última traca con otro medley (de esta manera le permite cantar más canciones en menos duración) "Ahora te puedes marchar", "La chica del bikini azul", "Isabel" y "Cuando calienta el sol".
Aquí tenemos 2 pelotazos y otros 2 temas que yo no hubiera incluido ni borracho pero volvemos a lo de antes; si él ha decidido cantarlas...
Aquí aún estaban las pelotas dando vueltas y aparecen los confetis, todo muy festivo. La banda parece desmelenarse un poco e incluso hay un solo de guitarra eléctrica potentorro. El láser está que no da abasto y el "dron" está ya dando tumbos. Llega el final y Luis Miguel recibe una ovación que él disfruta como si se bañara con aplausos. El público pide "otra otra" pero sabemos que eso no ocurre. Imposible. Tras unos minutos en total oscuridad que alguno quería presagiar un posible bis, de golpe se encienden las luces del pabellón que te dicen que "Ahora te puedes marchar"...
Salida del lugar como siempre en plan rebaño borreguil, bajada de la montaña por las escaleras mecánicas en procesión y buscar el autobus que te llegue a casa cuanto antes; ya no eres aquel jovenzuelo que hace 25 años viste brillar a "El sol" por primera vez en ese mismo lugar. Han cambiado tantas cosas...
En resumen: ¿cumplió con todas las expectativas? No. ¿Estuvo Luis Miguel flojo? Un poco, pero es entendible; es humano aunque a veces no lo pareciera. ¿Me decepcionó el concierto? Para nada!
¿Volvería a pagar casi 150 euros? No lo creo.
Luis Miguel es un tío con un carisma brutal aunque ayer tan solo dijera "Vamos Barcelona" o algo parecido cuando quedaban menos de 15 minutos de show. No le hace falta estar continuamente hablando con su público, él viene, hace lo suyo y se larga. El que quiera un monólogo o alguien que cuente historias que se vaya a ver a otro. En este sentido es un profesional y deja de lado ese contacto y se limita a ciertos guiños como sonrisas o señalar hacia una zona.
Lo de "guardar voz", bajar tonos o directamente ofrecer micro a la audiencia es una manera de sobrevivir a una gira que es una locura. Recordemos que son 178 conciertos de casi 2 horas de duración en los que te mete cerca de 40 temas. Otros podrían hablar más y cantar menos y darte la mitad de las canciones.