viernes, 27 de mayo de 2016

Père-Lachaise


Hoy toca rajada. Avisados estáis.

Recientemente -hace 2 semanas- estuve por tercera vez en la maravillosa ciudad de la luz; París. Pudiendo elegir otros destinos decanté la balanza a su favor y me ofrecí a hacer de guía a las 4 familiares que viajaban conmigo. Pobres; lo que les hice andar... jeje.

Digo que toca rajada porque sé por donde voy a comenzar pero no donde acabaré... o tal vez si; porque todos acabaremos algún día en un lugar así; un cementerio. Si de algo estoy seguro en esta vida es que tenemos fecha de caducidad y que, a falta de que se confirme la existencia de la reencarnación, este será el lecho donde irán a parar nuestros huesos.

Aunque ojalá todos tuviésemos la "suerte" de descansar eternamente en el cementerio de Père Lachaise. Digo suerte porque es un lugar bellísimo, aunque también es cierto que una vez muerto tampoco íbamos a disfrutar demasiado de él. Por lo que hay que hacerlo en vida y es sin duda un lugar que hay que visitar.

La muerte me tiene obsesionado, así tal cual lo digo. No hay día en que no piense en ella y resulta curioso (por no decir otra cosa) que eso sea así en alguien que parece tener tantos miedos y miramientos en su vida. A todo le doy vueltas constantemente, soy poco atrevido e incluso miedoso a cambiar cosas mías o de mi alrededor y muchos piensan y algunos directamente me lo dicen que no disfruto demasiado o nada.

Y me llama mucho ese otro lado. Desde jovencito con mis terrores nocturnos hasta ahora a mis 40 años y mis pensamientos raritos.

Estando allí, paseando entre las más de 70.000 tumbas que cubren 43 hectáreas de terreno, tuve varios momentos de esos en los que me transporto y desaparezco mentalmente de este plano. Me hundo en un mundo paralelo que habita en mi cabeza y comienzo a hacerme preguntas de todo tipo que ni yo mismo encuentro respuesta.

Pensar en la vida de quien una vez respiraba, hablaba, amaba y mil cosas más y que ahora ya no son ni siquiera polvo. ¿Cómo puede desaparecer de esa manera algo que sintió? Esos panteones de más de 200 años con sus puertas semi abiertas que parecen invitarte a entrar. Cosas tan aparentemente estúpidas como pensar si hace 2 siglos atrás los colores se percibían igual, si el aire era el mismo o como sería una simple reunión entre amigos paseando y charlando de esa gente que ya no existe.
¿Porque tanto esfuerzo en algo que morirá?

Las estatuas que embellecen esas tumbas; puro arte. Como eran capaces esos artistas de expresar tanta pena y dolor en esas figuras y por otro lado esa grandiosidad y solemnidad en un acto de despedida como es la muerte. Ahora los cementerios con esos nichos parecen almacenes o trasteros.

Y nombres célebres e históricos que terminan allí como Oscar Wilde, Maria Callas, Jim Morrison, Bizet o Chopin, que sus obras son inmortales pero que ellos como cualquiera de nosotros perece y desaparece... Haciendo un símil cinematográfico; ¿quien se acordará de nosotros cuando hayamos muerto?

Escuchar a los pájaros y nada más en ese lugar que más parecía un parque atrapado en el tiempo, siniestro pero a la vez acogedor.

A veces me gustaría que en mi cabeza no hubiera lugar para todas estas cosas y que fuera como el capullo que ha pasado 3 veces por debajo de mi ventana con su Seat Ibiza tuneado a ritmo de reggaeton...

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