sábado, 23 de abril de 2016

Prince Rogers Nelson


"Sometimes it snows in april
Sometimes I feel so bad, so bad
Sometimes I wish life was never ending
And all good things, they say, never last"


La historia, la maldita historia se vuelve a repetir. Una primera herida que no ha cerrado, ni se curará jamás, ahora se hace más sangrante y dolorosa si cabe. Prince nos ha dejado y una sensación de vacío enorme ahonda más en mi interior. Una noticia que te pilla totalmente desprevenido y en la que ni siquiera habías pensado nunca. Uno se imaginaba a un Prince mayor aún dando lecciones sobre un escenario y recibiendo uno tras otro homenajes -todos merecidos- por su magia y su legado como creador incesante.

Pero no, no será así. Prince nos dejó cuando nadie lo esperaba y aún con cosas por hacer. Él, al igual que Michael, nunca paró. Su día a día era la música. Su vida era música.

Y ahora hay silencio.

Mi relación con Prince tuvo unos comienzos difíciles. Como niño fan de Michael Jackson no cabía otra posibilidad en los primeros 80. Su irrupción definitiva y mundial llegó con "Purple Rain" pero ni con esas ni con la (supuesta) rivalidad inventada por la prensa con Michael, llamó demasiado mi atención. Aquí en España casi se podría decir que era un artista de culto ya que su impacto nunca fue a nivel de otras super estrellas.

Pero canciones como "Little Red Corvette", "Purple Rain", "Raspberry Beret" o "Kiss" iban quedándose en mi inconsciente y comencé a pensar que aquel extraño tío no me dejaba indiferente.

Pero su carrera te daba una de cal y otra de arena. No parecía tener la fórmula exacta para hacer de cada nuevo trabajo un disco totalmente redondo y satisfactorio. Te gustaban unas y te horrorizaban otras. Años más tarde sabría que él no era de seguir reglas y aprendería a valorar cada tema en su medida. Era capaz de sacar álbumes como "Purple Rain" o "Sign O' The Times", pero también otros como "Parade" o "Lovesexy" (que me perdonen sus fans más acérrimos).

Y así fue durante la segunda mitad de los años 80. Al comenzar la nueva década, y madurar un poco, me fui dando cuenta de lo que suponía su total control sobre el escenario, o cantando o tocando una inmensa variedad de instrumentos. Lo que él hacía no era normal, aquello era TALENTO, en mayúsculas.

Nunca tuvo ningún tipo de barrera en su arte, simplemente hacía lo que le daba la gana porque nunca buscó (o no en todo momento) el gustar a todo el mundo, pero estoy seguro de que todo el mundo -que lo conoce- tiene alguna canción favorita sean sus gustos personales los que sean. Gente que es seguidora de la música heavy o rock alucinan con sus solos de guitarra, amantes del jazz, tan particulares ellos, lo aceptan (que le pregunten a Miles Davis), himnos pop tiene unos cuantos y es una figura clave en la resurrección de la música negra y consiguiente aceptación global.

En 1991 compré "Diamonds & Pearls" nada más salir a la venta y desde entonces seguí año tras año con esta nueva tradición. Me di cuenta de que en mi lista podían haber 2 reyes aunque nunca alcanzó el nivel espiritual si se me permite definirlo así que la música de Michael significó (y significa) para mi.

En 1993 lo vi en directo en el Palau Sant Jordi junto con 24000 personas más en un show que batió todos los récords de aforo en un recinto cubierto en Europa. Aquello fue una especie de epifanía o algo parecido. Brutal! Un año antes había visto también a Michael y estaba claro de que estos 2 tíos estaban en otra liga con respecto al resto de artistas. Era otra cosa.

Pero Prince decidió tirar por otro camino y desde entonces fue alternando proyectos de calidad con otros que no llegabas a comprender demasiado. Y la batalla con Warner, también. La palabra "Slave" escrita en su mejilla, el cambio de nombre por aquel símbolo impronunciable, "The Artist", su propio sello NPG y su peculiar modo de distribuir los discos, las colaboraciones de dudoso gusto, el cambio de "bestia-sexual" a "modosito-téstigo de Jehovah", discos temáticos, idas y venidas con otras discográficas... pero todo ello sin dejar NUNCA de actuar en directo. Nunca.

En 1998 tuve la suerte de volver a verle, en el mismo marco; el Sant Jordi, en otro show de mearte encima. Y desde entonces nada más. Dudas por viajar a verlo fuera, pensando que volvería a nuestro país y así fueron pasando los años.

Hace unos meses salió la noticia de que vendría al Teatro Liceo de Barcelona, con un show de voz+piano y nada más. Era un sueño hecho realidad, que finalmente se vio truncado por los atentados en París... Hubiera sido tan especial.

Puede que sus últimos, no sé, ¿7?, ¿8? discos, no me dijeran demasiado pero en ellos aún residía el talento, si no tan fresco como antaño, si a la hora de "proceder", de "actuar". Un poco como en el caso de Stevie Wonder. Pasado su mejor momento, quizás abandonado por las musas, pero con una destreza envidiable.

A pesar del dolor de ver marchar a uno de tus ídolos, siendo aún tan joven, debo considerarme afortunado por el hecho de haber sido coetáneo de 2 verdaderos GENIOS en el sentido más amplio y real de la palabra. De haber vivido el día a día en un mundo que ellos renovaban y sacaban algo novedoso y bueno de manera habitual. De haber visto y sentido lo que supone el verdadero talento y maravillarme con la magia que creaban. 

Siento mucha pena por los que nunca han sido capaces de vislumbrar todo eso y se quedan con las estupideces de siempre. Lo siento mucho, de verás. Prince me deseo el cielo y me llevó a el.

Aunque desde este momento, siempre nevará en abril...

Descansa en paz.

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