martes, 11 de marzo de 2014

11 M


Era jueves. Estaba trabajando en mi torno cuando mi compañero Dani se me acerca, quitándose los cascos, y me dice que había habido un atentado en un tren, en Madrid. En ese momento pensé: "puta ETA". No puedes evitarlo, es lo primero que te viene a la mente.
A los pocos minutos vuelve, con cara visiblemente alterada diciendo que otro tren había explotado. Otro diferente.

En ese momento empiezas a flipar, las cuentas no te salen. Sin ser un experto en terrorismo piensas que ETA, por cobardes que sean, no actúan de esa manera. Esta vez habían superado lo de Hipercor...
Cuando finalmente se empiezan a esclarecer los hechos; 4 trenes y 10 bombas, uno no sale de su asombro. Era una representación del infierno en Madrid. No podía ser real.

Pasados los años, en mi primer viaje a Madrid mi hermana me llevó a la estación de Atocha. Quería que viera el monumento a las víctimas del atentado. Te encuentras con una zona acristalada dentro de la estación, abres una puerta y una joven te indica que la cierres antes de entrar al recinto. Dentro el aire
está controlado; una especie de gran bolsa cubre un túnel hacia el cielo. Esa bolsa parece que respira, que late como un corazón por ese aire que no dejan que se escape. Me coloco bajo ese gran agujero y empiezo a leer frases, en varios idiomas.

A los pocos minutos las lágrimas caen por mis mejillas, ese aire se vuelve pesado y siento que ya no puedo estar allí. No quiero pasar un minuto más. Salgo agachando la cabeza, no quiero que la chica que  controlaba las puertas de la salida me vea llorar.

Mil preguntas recorren mi mente. Sin respuesta. No encuentras lógica a la barbarie. Sólo piensas que 192 personas fueron asesinadas, que mas de 1800 fueron heridas y que miles más, sus familiares y amigos, tendrán secuelas por el resto de sus vidas.

Ayer estuve leyendo el magnífico especial que El País ha realizado. También vi El Intermedio, y se me revolvieron las tripas viendo vídeos de la época y recordando declaraciones y gestos de los que "nos mandaban" por aquel entonces. Pero no quiero politizar esta tragedia, eso ya lo hacen ellos. Yo prefiero quedarme con el trabajo increíble que nuestros verdaderos héroes tuvieron que hacer y para el que no creo que haya ningún tipo de preparación. Policía, bomberos, equipos médicos,... y por supuesto la gente de la calle, que no duda un segundo y se ofrece para lo que sea.

Me impactó leer un comentario de una persona que dijo que "llegó el momento en el que nos quedamos sin mantas para sacar los cuerpos y tuvimos que hacer un llamamiento a los vecinos de los bloques frente a la estación de Atocha" e instantes después empezaron a llover literalmente mantas de los balcones adyacentes.

Cuando las cosas se ponen verdaderamente putas somos capaces de unirnos y lo que haga falta...


Mis más sentidas condolencias a los familiares y amigos de las víctimas de los atentados del 11 de marzo del 2004 en Madrid.

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